Klourdes de Castilla
Año
2030, del Milenio dos, ¡el mundo se viene abajo! La pérdida de la fe en la
humanidad ha aumentado más con el paso de los años. Para muchos, en su mayoría,
el mundo va de mal en peor. La economía baja ha afectados a todos ricos y
pobres. Se habla de terremotos y maremotos por doquier. Estos están azotando
ciudades por todo el mundo, no importan su posición geográfica o económica. La
taza de muerte a causa de estos llega a más de tres millones globalmente. Ha
estas cifra se les suman las muertes causadas por las guerras globalmente. No
parece haber escapatoria al Armagedón que se nos ha venido encima. El tiempo ha
cambiado, para algunos es el frio invernal que le azota y para otros es el
calentamiento infernal. La fe en la salvación del mundo es muy escasa. La
religiones aumentan y un con ella el crimen también. No hay quien haga el
bien. Todos se han perdido en sus malos actos y manera de vivir. Lo que un día
fue un mundo agradable para vivir, hoy se ha convertidos en guaridas de religiones,
quienes solo buscan su propio bienestar. El crimen ha aumentado en un cien por
ciento. Y aunque los líderes del mundo se reúnan para encontrar la solución al
problema, ningunos de ellos han podido erradicar el mal que está afectando a la
sociedad. Ellos en lugar de encontrar la solución a los problemas que nos
aceptan, terminan iniciándose la guerra entre sí mismos.
La
esperanza y la creencia que a todos nos han ensenado de que a finales de los
tiempos el regreso de nuestro rey, que un día fue y dejo de ser, vendrán omnipotente
a salvarnos del caos y desastres que nuestra vidas han sido sometidos. Pero
lamentablemente no todos se aferran a esa idea. Muy pocos han sido los que
se han aferrados a llevar esas creencias en sus corazones. Pero el paso a
tantas religiones que prometen la salvación si se crearon. Muchas religiones
ofrecen teóricamente una salvación, por la cual la evidencia de lo que
predican no existe.
Creencias
y religiones por doquier que profetizan el fin del mundo se ha incorporado a
nuestro diario vivir. El mundo se ha dividido entre esos que creen que un Dios
bueno y misericordioso está a punto de venir a terminar con la maldad y
ofrecerle ellos un cielo prometido libre de pecado. Cuyas creencias radica en
que todos los sucesos que están aconteciendo mundialmente, no son más
que señales de que los tiempos se acortan y su redentor está a punto de
venir y terminar con toda maldad e inequidad en la sociedad. A estos se les
llama Senojocista. Y un segundo pequeño grupo que está en víspera de espera de
un nacimiento milagroso y el regreso de un Rey Supremo que salvaría al mundo de
las ruinas en que se encuentra. Ofreciéndoles una nueva vida y un nuevo
comienzo a su creación. A estos últimos se les llama Aldovanistas. Un
tercer grupo formados por esos cuyos corazones han endurecidos por tan largas
espera de algún ser supremo que les enjuagara toda lágrimas de sus mejillas y
les quitara el dolor que tanto ellos como sus antecesores tanto han anhelado.
Estos se niegan a aceptar que tales religiones sean la salvación que tantos
ellos han esperado y se niegan rotundamente a aceptar tales creencias. Estos
forman gran parte de la población en general, y aunque generación tras generación,
la creencia de los Aldovaristas estaban en la mente de la población, estos no
la guardaban en sus corazones. Para ellos, no era más que cuentos de hadas y películas
de ciencia ficción, en la cuales un rey regresaba salvándoles a todos. No, la población
ya había escuchado suficiente. Yo formaba parte del tercer grupo, hasta que un día,
por motivos de mi gran amiga Emilia, llegue a conocer la verdad, verdad que hoy
quiero que tu conozca muy bien. Bendita y bienaventurada Emilia. ¿Quién como
ella? ¿Quién se les podrá igualar? Las otras y tantas religiones también
ofrecen la solución teórica a los problemas que la sociedad enfrentaba. Son
tantas, que si las mencionara todas no cabrían en este libro. Pero si dedico
este libro a las religiones principales, una que representa la verdad y la salvación
y la otra que no es más que una farsante doctrina, que por más de dos milenios
ha engañado al mundo.
¿Pero
habrá salvación alguna para un mundo que no tiene esperanza de ser salvado? Yo también
formaba parte del tercer grupo, era ateísta, hasta que un día desperté de
mi ignorancia sin darme cuenta y me encontré en medio de una guerra espiritual
entre el bien y el mal. Ese día cambie mi visión sobre el mundo y sobre todo lo
que realmente estaba aconteciendo a mis alrededores. Sin darme cuenta fui
incluida entre la guerra espiritual entre los Senojocista y los Aldovarista. Aquí
en este libro te narro todos los sucesos de la guerra final entre el bien y el
mal. Mientras el mundo se concentraba en sus pérdidas físicas y materiales, había
una joven bella, que batallaba una guerra infernal en contra del mal. Yo estuve
allí, yo le presencie todo. Ella sufrió en su silencio, soportándolo todo, con
la esperanza de que en su vientre se concibiera la obra que podría poner fin al
sufrimiento del mundo y traer consigo el regreso del Rey que todos de algún
modo habían escuchado ,pero que todos en su mayoría se negaban a creer. Para
ellos, todo era más que un cuento de hada recitado por sus antecesores para no
hacerle perder la esperanza; de que algún día el Rey Supremo que se les fue prometido
regresaría en todo su esplendor.
Y
aquí empieza la historia…
Capitulo I
Emilia, era una joven de mediana edad. Ya había cumplido sus
28 años de edad. Y un profundo sentimiento soledad crecía muy adentro de ella.
Desde niña siempre fue callada, muy tímida diría yo. Siempre fue
astuta en sus clases en la escuela, y cuando fue el tiempo de ingresar a la
secundaria todavía seguía de tímida pero más astuta con la edad. Quizás su audaz
y timidez fueron una señal de lo que ahora fue. Con el tiempo maduro y
llego a ser una mujer inteligente y elegante. Tras esa mascara de
inteligencia y veracidad se escondía un
ser reprimido por las malas experiencias que tuvo en su niñez, al ver a su
padre marcharse de casa a solo la edad de 6 años. Ese ambiente cruel y frio creció
en su mente. Ser la niña abandonada, lleno su alma de rechazos causados por
muchos en el pueblo. Todos hablaban en su presencia como un día, su padre se marchó
y nunca más regreso. Emilia en lo más profundo de su corazón quería que todo
fuera diferente. La naturaleza o el destino en cambio diría yo, la había
llenado de belleza e inteligencia, me imagino para llenar el vacío y la
ausencia que su padre dejo. A pesar de ser bella e inteligente, muy por
dentro crecía una desconfianza hacia todos. Yo no entendía muy claramente el por
qué su desconfianza hacia los demás. Aunque éramos muy buenas amigas, siempre sentía
que me escondía algo, de lo cual ella no me quería contar. Me imagine que quizás
todas esas historias en el televisor sobre catástrofes alrededor del mundo
les habían de algún modo causado algún daño a su interior. Eso se mostró
en su tarde juventud.
Su
descendencia en realidad en realidad es Dominico-Español. Su madre es
Dominicana y su padre Español. La naturaleza la ha bendecido con ese color
bronceado que solo las latinas en su mayoría suelen tener. Su pelo negro, suave
y liso le caía suavemente sobre el rostro. Sus ojos castaños y labio finos, se
asemejaban a los Europeos. Estas características físicas, me cuenta mi mama, la
había heredado de su padre.
Ella era la única hija que Ana había tenido. A pesar de esto, no estaba
sola. Pues tenía tres hermanos que la amaban mucho y cuidaban de ella.
Recuerdo que muchas veces me había contado cuanto le hubiera gustado que
su padre estuviera presente en sus vidas, no solo en la de ella; Pero también
en las de sus hermanos. Pero la vida es cruel y el destino muy enajeno de su
tristeza, la hizo crecer sin el cuidado del padre que tanto ella necesitaba.
Especialmente, en eso tiempos difíciles por lo cual la sociedad había estado
pasando. Los terremotos azotaban la ciudad y las noticias de guerras en el
Occidente y Europas la pasaban a diario en el televisor. Daba pena ver como las
guerras dejaban en trizas a ciudades que una vez fueron tan bellas. Nosotros éramos
dichosos diría yo, pues guerra alguna nos azotaba. Pero el ver a otros
padeciendo a culpas de ellas, si causaba pena y lastima. Nuestros únicos
problemas eran los terremotos y huracanes que nos azotaban al menos tres veces
al año. El daño causado por estos era más de los que nosotros podíamos soportar
pero aprendíamos a vivir bajo sus efectos. Era la cruel crueldad de la realidad
que debíamos aceptar y vivir con ella.
Su madre, la muy desdichada trabajo día y noche para poder sostenerla. Hizo
esta faena diaria hasta su hijo mayor, Ricardo alcanzo los 16 años y pudo
encontrar un trabajo después de sus estudios. Esto según mi madre le ayudaba a
Ana con sus gastos diarios. Recuerdo muy bien, que en dos ocasiones yo tuve que
prestarle mis vestidos a Emilia, cuando las fiestas navideñas llegaron y ella
no tenía un vestido que llevar a las fiestas de jóvenes que celebrábamos
en el pueblo. Así que cuando cumplió los 15 años de edad, mi madre le
regalo un vestido color rosa, con unas rositas blancas diminutivas que
adornaban el cuello. El vestido le llegaba a las rodillas. Caía sobre su cuerpo
tan delicadamente, que al verla sentí esa sensación extraña apoderarse de mí.
Me descubrí a mí misma sintiendo envidia de su belleza, una de las pocas cosas
que el destino le ha dado. En cambio me decía a mí misma, tenía tantas cosas
las cuales Emilia desearía tener. En ese momento me enoje con mi misma,
con mi falta de caridad hacia lo demás, especialmente hacia
ella. Emilia se pondría el vestido para su fiesta de
cumpleaños, la cual se celebraría en el Club Social del pueblo. Ana no tenía
espacio en su casa de madera para recibir a todos los jóvenes del pueblo. Así
que ambas, Emilia y yo, recuerdo como ahora, habíamos pasado toda la mañana,
limpiando y decorando el club para hacerlo lucir bello. Ana no puedo venir a ayudarnos,
pues estaba ocupada con su trabajo y su jefe le negó darle el día libre. Su cumpleaños,
pondría una chispa de alegría, en los corazones de los habitantes del pueblo,
que estaban tan preocupados con los cambios físicos por los cuales el ambiente
estaba pasando.
Así
que eran catorces damas y catorce caballeros, uniéndose al cotejo estaban
Emilia y su pareja, mi hermanos mayor, el cual ya tenía veinte años. Esto
sumaban quince damas y quince caballeros, los cuales igualaban los quince años
de Emilia. Esta era la costumbre de celebrar el cumpleaños de una quinceañera.
Las damas vestían un vestido color crema sin mangas pero con el ruedo bordados
en colores rosa y rojo. Los caballeros vestían con un traje formal, zapatos, pantalones
y chaquetas negras con camisas blancas y corbatas color rosa.
Cuando
la fiesta por fin había llegado, Emilia lucia esplendida en ese vestido que mi
madre le había obsequiado. El ramo floral en sus manos, lo había hecho ella
misma. Habíamos visitado el centro de manualidades Garban, en la ciudad
principal. Esas azucenas lucían esplendidas en sus manos. Todos la
admiraban, pues debo de admitir que ella era sumamente hermosa. Hicimos un
desfile por la calle principal del pueblo. Desfilamos un kilómetro y medio.
Todos en el pueblo estaban parados en la calle principal viéndonos pasar y
danzar a nuestro paso. Por fin el sueño de Emilia se había hecho realidad. Ella
desde que cumplió los doce años, me había confesado que quizás ella no tenga
una fiesta de quinceañera como las demás jóvenes del pueblo habían tenido o
tendrán.
Muchos
fueron los jóvenes que tomaron turnos para poder bailar con ella e incluso dos
padres se habían acercado a Ana para pedirle que ellos debían de hacer un trato
matrimonial entre Emilia y sus hijos. Yo estaba ahí al junto de mi madre,
sentada, escuchando toda la conversación y también presencie cuando Emilia había
rechazado ambas propuesta para matrimonio. Mi madre se había enojado con Ana,
pues ella no había reprochado a Emilia por rechazar tales ofertas de
matrimonio. Especialmente porque unos de los padres, el señor Velázquez, era
uno de los más adinerados en el pueblo. Mi madre estaba que botaba chispa
de fuego por su boca, a ver como Emilia había rechazado tal propuesta.
--¿Crees que tu Rey Aldovar I, va a venir desde donde quiera que se encuentre y pedirle matrimonio a ella? Le dijo mi madre muy enojada por lo que había presenciado.
- ¿Crees que él lo haría? Le respondió Ana, con tono sarcástico.
- ¿Pero cómo me sales con tal barbaridad? Le dijo mi madre.
-Pienso que tú deberías de aceptarle a él como tu Salvador. Le respondió Ana a mi madre muy enojada.
Yo
le guiñe el ojo izquierdo a Emilia en señal de que dejáramos la mesa y las dos
mujeres discutiendo solas. Así que nos retiramos y nos dispusimos a bailar
solas en el centro del salón. Todos nos miraban con una sonrisa en los labios.
Muchos fueron los jóvenes que se nos unieron y todos bailamos al son de la
canción ' el vals de las mariposas', la cual es la canción típica, en una
fiesta de quinceañera. Emilia bailaba con mi hermano y la idea de que quizás
ellos hicieran una buena pareja llego a mi mente.
Por
fin la fiesta había terminado. Todos se habían marchados excepto nosotras, pues
debíamos de dejar el Club como lo habían encontrado, sin rastro algunos de decoración.
Ya vendríamos al día siguiente a limpiarlo. Mi madre y Ana parece que ya había
acordado en hacer las paces. Pues ambas mujeres parecían charlar
animadamente.
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