viernes, 14 de julio de 2017

Capitulo XI. Un rescate sorprendente

      Llegó la tarde y ambas Emilia y yo estamos aburrida encerrada en esa habitación. El reloj marcaba las 5.00pm. Yo la admiraba por la vida que lleva a pesar de que ahora es una prisionera como yo. Nunca pensé que ella aclamara tanta atención. Tener el mal y el bien ambos en una guerra infernal, ambos con el mismo deseo de tenerla a su lado. El mal que solo quería venganza o solo iniciar una batalla con el bien y el bien que desde niña le ha prestado tanta atención al punto de darle el título de María de Castilla. No entendía lo que el título en realidad significaba, pero me imaginé que era un título muy importante. Al escuchar el nombre de María, una mujer pura y santa, llena de virtud, me decía a misma cuan tan importante el título de María de Castilla sería. Apreciaba que tan dichosa yo soy al tenerla como amiga.

      Vi como no se quebrantaba tan fácilmente, al ver que su ex esposo la tenía prisionera en un mundo lejano. Se incorporó del sofá y me dijo que tomaría un baño, y luego se vestiría con las ropas que había en el armario. Yo le aplaudí por su coraje. Yo me adelanté rápidamente hacia el baño para prepararlo, pero ella me vocea, que no soy su esclava, ella misma puede hacer eso. Yo no le di la atención mínima a sus palabras, y le respondí que soy una simple mortal y después de todo lo que he visto ¿cómo no voy a ser su esclava? Ella insistió, así que la dejé prepararse su propio baño. Luego seleccionó un vestido largo del armario y bromeo: ¿no crees que parezco una princesa con este vestido? Era un vestido largo, con rosas diseñadas en la falda y muy sencillo en la parte del cuello, tenía una cinta color rosa que combina perfectamente con las rosas diseñadas en la falda.  En realidad, si parecía una princesa, tal como ella me lo preguntó. Ella me dijo que también tomara un baño y seleccionara un vestido del armario. Así que caminé hacia el baño. Me sorprendí al ver que ella había dejado todo organizado y limpio. Me voceó desde la habitación, que había limpiado la manera y que todas las toallas a la izquierda estaban limpias. Luego de bañarme, seleccioné un vestido del armario. Algo sencillo, pues no quería parecer como si yo fuera alguien importante, pues no lo soy. Pero Emilia insistió en que yo me vistiera tal y como ella. Como una princesa. Me decía: ¿después de que dejaste todo en la tierra por mí, crees que te voy usar como mi esclava o sirvienta? En realidad, que ella tiene un corazón humilde, más humilde de lo que pensaba.

      Ella misma me seleccionó un vestido largo azul claro, decorado con piedras en el cuello. Me sentí como una princesa y aprecié a pesar de ser una prisionera, el haber viajado a este nuevo mundo.

      Ambas nos sentamos en la cama, la cual era bien grande, parecía como si fueran dos camas dobles en una. Nos quedamos dormidas. Al abrir mis ojos, ya era día. El sol entraba por las ventanas. Alguien parece haber entrado a la habitación mientras nosotras dormíamos. En la mesa había desayuno, le mire y lo deje ahí sin tocarlo, pues la poción aun sostenía mi cuerpo. Al cabo de una hora, Emilia también se despertó, me sonrió y caminó hacia las ventanas, yo le seguí. El paisaje era estupendo. El castillo se encontraba en medio de un terreno largo. Podía ver que se extendía as más o menos cuatro kilómetros cuadrados. Podía ver a que no muy lejos del castillo se extendía un lago. Emilia también lo observaba y parecía sorprendida. No sé si estamos en la parte más alta o en medio del castillo, pero si sabía que estamos bastante alto, pues la distancia de donde estamos hacia el suelo no era pequeña. Ambas nos miramos, pero Emilia todavía tiene esa cara de preocupación. Yo también empecé a preocuparme aún más.  yo reconocía que ella tenía demasiadas cosas en su cabeza como para preocuparla con mi curiosidad. Ella se sentó en el sofá y me dijo que no la interrumpiera, pues necesita transcender. Vi como si piel se llenaba de brillo y una luz morada rodeaba su cuerpo. Me senté al lado de la puerta y puse una silla detrás por si acaso alguien intentaba entrar. Pasaron horas y ella todavía estaba en la misma. Pacientemente espere casi por cuatro horas hasta que al fin regresó en sí misma. Me dijo que esta noche alguien vendrá por nosotras. Y mientras ella hablaba la puerta se abrió de golpe y he aquí unos hombres y mujeres entraron en la habitación. Tienen aspectos humanos, pero son de color rojo, un rojo claro. Rápidamente movieron el sofá al centro de la habitación y nos rodearon. Ambas estábamos temblando. Me moví rápido a su lado y ambas nos tomamos de las manos. Ellos permanecían ahí parados, ni tan siquiera nos miraban, solo se aseguraban de que nosotras estuviéramos en el centro. Pensé que quizás harían un tipo de sacrificio con nosotras, pero luego recordé que Emilia dijo que esta noche alguien vendrás por nosotras. Pasaron las horas y consigo llegó la noche. Las luces en la habitación permanecían encendidas. Note una sonrisa en el rostro de Emilia, eso me calmo un poco. Vi luces traspasar las cortinas a través de las ventanas, aunque las cortinas estaban cerradas, pude ver luces venir a través de estas. Un color azul las traspasó y llegó directamente hacia nosotras. No sabía lo que está pasando afuera, pero escucho ruidos fuertes. También escuché voces. ¡El ejército del Rey Aldovar II ha invadido el castillo!  De repente, una gran fuerza abre las ventanas y unos seres morados invaden la habitación. Estos atacan a los seres rojos, abren unas valijas y una lapsos largos y gruesos se lanzan hacia ellos. Mientras Emilia tomó la oportunidad y rápidamente me dirigió hacia una esquina de la habitación. Luis se apareció antes nosotras y tomó a Emilia de la mano. Otro ser hizo lo mismo conmigo. Ellos se elevan por el aire y salen de la habitación con nosotras. Al salir     miré hacia bajo pero no pude ver ningún ejército.

      Me preguntaba de donde venía todo el ruido y las voces. Mire hacia arriba y es entonces cuando me doy cuenta, de que el ejército se encontraba en el aire. Millares y millares de soldados a ambos lados. ¡No daba créditos a lo que mis ojos veían! A mí se me monto en una nave, mientras Luis se paraba en el aire, tomando a Emilia en su mano izquierda, mientras que en la derecha alzaba una espada color platino. Pude ver como las luces se reflejaban en ella.  Se paraba potente en medio de dos ejércitos. Pude ver a Marcos y el falso profeta, Maldovar, parado frente a su ejército. Al otro lado estaba el ese ser morado que Emilia me había describido antes. Vi como Luis se acercó a él y luego vi a este dirigirse hacia la nave. Emilia estaba fría y su corazón latía rápidamente. La sentaron no muy lejos de mí. Vi cómo le inyectaban en su brazo y hacían que esta se durmiera. A mí se me dijo que observara. Emilia había peleado en la tierra por años. Su cuerpo había llegado a un estado crítico, necesitaba descansar. Ellos le habían inyectado una solución para ayudarle con la fatiga y así pudiera recuperarse pronto. Luego de unas horas de dormir estaría como nueva. Yo utilizaba el telescópico en las ventanas de la nave para mira hacia abajo y hacia mi alrededor. Quería ver como la batalla se desarrollada. Observé por unos minutos, y vi como Luis dirigido por el ser morado peleaba en contra de Marcos y su ejército. No vi señal de Senojoc. Pensé que esta vez quizás lo vería al menos a través de la distancia. Vi cómo se decapitaban unos otros. Desde aquí vi como miembros del ejército de Luis, sacaban una espada larga y gruesa de sus cinturas, las traspasaban justo en el lado izquierdo de los sus oponentes dos veces y luego la sacaban y hacían un corte comenzando en la cabeza hasta llegar a la mitad del cuerpo del oponente. El cuerpo luego se precipitaba a gran velocidad hacia abajo hasta llegar a tierra. Este luego de chocar con la tierra se evaporizaba convirtiéndose en un humo negro. Vi como como el ser morado abrió las puertas del hades y todo tipo de criaturas salieron de él. Langostas de más o menos 50 centímetros de largo, aves con pico que a lo lejos parecen estar hechos de metal grueso y brillante. Vi abejas pequeñas, tan pequeñas que la confundí con moscas, vi serpientes volar por el aire. Estos animales rodearon a Marcos y su ejército. Vi como estos se lanzaron contra ellos y los picaban. Marcos en cambio permanecía intacto, no se movía de su lugar, aunque muchos miembros de su ejército se remordían de dolor. Vi como Luis levanto su mano derecha y colmenas y colmenas de abejas penetraban por los oídos de sus oponentes y le salían por la boca. Estos a su vez se desmayaban y caían al suelo.

Marcos aún permanece en su lugar. Vi las aves rodearle y picarle en la cabeza, pero esta permanece inmóvil. Vi como el agarra algunas y con su boca le cortaba el cuello. Me queda sorprendida. Entonces Marcos abrió sus manos y formo una bola de luz, la cual lanzo con mucha fuerza hacia Luis y el ser morados. Estos a su vez levantaron sus manos y un hoyo se abrió en el aire. La bola de luz desapareció en la nada.  a pesar de todas las criaturas que lo ataba, Marcos y su ejército estaban a una gran distancia de ser vencido. El ser morado abrió su boca y un dragón morado salió de ella. Este recorre el cielo alrededor de Marcos y se estacionó justo encima de él. Veo que mira hacia abajo con unos ojos más negro que la noche misma.  EL dragón abrió su boca, y un fuego, semejante a la larva de un volcán cayó sobre el ejército de Marcos y Maldovar. Estos a su vez se deprecitaban a gran velocidad hasta llegar al suelo y convertirse en humo negro.

      Entonces Maldovar, se para enfrente de Marcos, alza sus ojos y manos al cielo y fuego cae en una gran parte del ejército de Luis. Estos caen al suelo, donde se les esperan con un líquido espeso, que parece agua. Vi el ser morado levantar sus manos al cielo y relámpagos atacaron a su oponente.

      La batalla no parecía estar en su fin, sino el comienzo. Luis abrió un frasco y del salió un humo negro. Este avanzo hacia Mardovar y marcos y vi como instantáneamente manchas y pecas salieron en el rostro su ejército. Estaba petrificada y hasta miedo me daba de estar presente observando tal guerra. Pero Maldovar y Marcos aun permanecía   intacto, es como si nada le hubiera pasado. Ellos y su ejército aun sequian persistente, no se daban por vencido.

      Miro a Emilia dormir y muy adentro de mi aun yace la pregunta de quién es ella en realidad. Por qué dos fuerzas tan poderosas, el bien y el mal se han ido a una guerra mortal, infernal diría yo. Me siento bendecida de poder tenerla como amiga. La veo dormir, mientras a su lado algunas mujeres y hombres guardan su lecho, una cama sencilla con un tubo de cristal que la cubre. Veo que le conectan unos tubos en la boca y unos hilos a su pecho. Un frasco en cristal con más o menos 300 más de un líquido espeso está conectado a los tubos que le conectaron a su boca.  Me quedé sentada en mi asiento, pues no quise interferir. Pero la miro desde mi asiento y aun pienso que ella no me ha contado toda la historia. Aún debe de ver algo más escondido. Le han vestido de blanco y una corana se le ha puesto en su cabeza. La corona tiene unas piedras pequeñas incrustada, formando entre ellas una figura que se asemeja a las águilas.

      Sentí que alguien se me acercaba, al voltearme vi, que una joven. Ella trajo consigo dos frascos. Se sienta a mi lado y me dice que debería de tomarlo. Estos son los alimentos para el viaje. Yo consentía con mi cabeza y ella abrió ambos frascos. Uno color azul y el otro rosa. Tenían un buen sabor, pero no pude compararlo con ningún sabor terrenal. Volví a concentrarme en la batalla que yacía allá afuera. Aun la batalla seguía. Vi fuego y humo por toda parte, casi no podía ver nada. La mujer que antes me había dado los frascos, se me acerco y me dijo que es tiempo de partir. La batalla se estaba intensificando y necesitaban llevar a Emilia a un lugar seguro. Y así fue como empezamos el largo trayecto a un lugar desconocido tanto como para Emilia como para mí.

      Luego dos horas Emilia se despertó. Me le acerqué y pude notar la diferencia en su semblante. Ese color oro oscuro ha regresado de nuevo. Su pelo nuevamente cobro su brillo y perfectamente combina con su piel. Parece una rubia, pero una rubia color oro. Es como si el sol le hubiera bañado con sus rayos dorados. Pasamos unos días en la nave. Esta viajaba a gran velocidad, a unas 7000 millas por horas. El lugar al cual nos llevaban, estaba a 16800 millas de distancia entre el castillo de Mardovar y la cuidad a la cual viajabamos.  Ya no iríamos al mismo castillo que teníamos planeados ir antes. Ahora iríamos a otro lugar, aun en el nivel tres, pero mucho más lejos, a una ciudad 16800 millas al norte. 

      Cuando llegamos, antes mí se abría un enorme castillo, afuera hay todo un ejército esperándonos, o diría yo, esperando la llegada de Emilia. Había más o menos 1000 soldados, todos formados en filas, con sus dirigentes al lado. Ninguno es humano, ni tampoco se yo lo que son, pero si tienen rostros y rasgos como los humanos. Pero su cabeza chata y plana y su color   hacen la gran diferencia. Algunos eran color oro, otros morados y otros blancos como papel. Estos no tienen pelo. Vestían una bata larga y blanca, con la excepción de sus líderes quienes vestían una bata color moradas adornadas con unas rallas color oro y blancas en las mangas y el cuello.  Emilia estaba atónita, podía verlo en su rostro. Yo aún más perpleja. La puerta de la nave se abre, y unos asistentes se dirigen a Emilia y le muestran la puerta, en señal de ella ha llegado a su destino. Esta se incorporó un poco abrumada, yo le seguí detrás. Tuvimos que caminar unas 500 yardas hasta llegar a la puerta principal del castillo. Todos la observaban mientras ella caminaba por el pasillo, todos en reverencia. Emilia aún estaba más abrumada, parecía tímida. Yo con miles y miles de preguntas en mi cabeza. ¿Me contaría Emilia toda la historia, algún día? Solo me preguntaba una y otra vez mientras las puertas se cerraron detrás de nosotras. Adentro más hombres y mujeres la esperaban, algunos tenían apariencia humana mientras que otros compartían las mismas características físicas con los que estaban afuera. Una mujer, de más o menos unos 30 años de edad, de apariencia física humana, se acercó a Emilia y le dijo que ella estaba a su servicio. Le explicó quién era y luego le pregunto que ella deseaba. Emilia aun abrumada, no dio respuesta alguna, así que yo interrumpí y le sugerí que le mostrara su habitación. La mujer obedeció y también a mí se me mostró mi habitación. Pensé que lo mejor sería dejarla a solas con su pensamiento. Y me fui a mi habitación. Ahora estábamos ambas seguras y no tenía nada a que temer. Al entrar en mi habitación, me quedé sorprendida, cuan bella esta era, la cama grande con una base hecha en mármol. Las sábanas color moradas, con bordados por doquier. Me fascinaron las azucenas doradas que habían bordados en ellas. No me pude contener así que ande todo el lugar. La bañera estaba hecha de una piedra pulida, así como también los grifos. En realidad, era un lugar bello. Los armarios hechos caobas decorados con piedras preciosas, formando entre si diseños de azucenas de vistosos colore. Pero una cosa llamo mi atención. ¡Solo un espejo pequeño de no más de 50cms de diámetro! Yacía en incrustado en la puerta principal del armario, justo en la puerta del medio.  Luego de pensarlo por un rato realicé que este es un nuevo mundo, quizás los habitantes no son vanos como nosotros en la tierra. Recordé una imagen de las mujeres al entrar al castillo, ellas vestían sencillamente y ni una pizca de maquillaje pude notar en ellas. Al menos no maquillaje que podría yo divisar con estos ojos humanos que yacían cansados por las tantas ocurrencias vividas semanas anteriores. No creí que la falta de maquillaje se debía a que eran las sirvientas. ¿Oh los eran? Miré por la ventana hacia afuera, a ver si podía ver toda esa muchedumbre que había visto en mi llegada. Ya no había nadie. ¡Todos se habían marchado! Entonces las dudas de inseguridad empezaron a inundar mi mente. Empecé a preocuparme, ¿que si seres malignos al comando de Senojoc tratan de atacarnos otra vez? En eso un toque en la puerta. La abrí y una de las mujeres que había visto en la sala en mi llegada me preguntó si ella podía entrar. Yo le conteste que si muy rápidamente, sin dudarlo ni siquiera por un instante cuando al mismo tiempo me preguntaba que quería. Ella entro y se detuvo justo en frente de mí. Me dijo que Emilia y yo no estamos sola, aunque solo veamos algunos sirvientes en el castillo. Todo lo que ha visto en nuestra llegada, aún estaba ahí presente. Luego me dice de que es tiempo de ella tome su lugar. Yo no debería de preocuparse de que alguien me observara. Le observé pararse en una esquina y antes mis ojos le vi convertirse en un espíritu hasta desaparecer completamente de mi vista. Veía la esquina vacía, pero mi subconsciente me decía que había alguien ahí, lista para protegerme si la situación lo amerita. Su explicación me calmo, así que pensé que Emilia estaría bien. Así que me senté en la cama y sin darme cuenta me quedé dormida. Luego de unas doras desperté. No quise ir a donde Emilia, así que caminé escalera abajo hacia la sala. Tenía sed, así que pensé que podría ver a alguien allá que me diera algo de tomar. Y así lo fue. Una señora de edad mediana con aspecto de humana me recibió y me preguntó si quería algo para tomar. ¡Qué alivio! Pensé yo. Pregunté por Emilia y me dijo que ella aun dormía.

      Me senté en la sala a esperarla. Luego de una hora la vi asomarse. Vi su reflejo reflejado en el cristal oscuro de la puerta principal. Parecía más relajada y su piel color oro parecía reflejar el sol. Se sentó a mi lado, y ambas nos pusimos a hablar animadamente. Me contó que su quietud aún no está completa. Se sentía mejor a saber que ya no es una prisionera de su ex esposo y el estar bien lejos de él le trae una inmensa paz, aunque la batalla no había aun terminado. Su paz estaría completa al tener a su hija de regreso con ella. Esperaba con ansias su llegada. En ese instante me llego a la mente la batalla que dejamos atrás. ¿Habríamos ganado ya? Ambas nos decidimos tomarnos taza de café, así que nos dirigimos hacia la cocina, donde Nerula, para nuestra sorpresa, ya había preparado una bandeja con unos bocadillos de vistosos colores. Había en formas de flores, de manzanas y ciruelas. Yo ansiosa recorrí con mis ojos la bandeja, tratando de encontrar esos frascos de los cuales te había mencionado antes. ¡Y voila! Ahí estaban ellos, llenos de un líquido color rosa.

      Aun llevaba ese vestido blanco. Muy sencillo, sin adornos y esa coronilla incrustada en su pelo, justo en su mollera. Parecía una Diosa del Olimpos. Nos sentamos alrededor de la mesa para merendar de esos bocadillos, que, al mirarlos, hasta Emilia confeso que les hacían agua el paladar. Al moverse en su silla, pude notar algo inesperado.