martes, 22 de diciembre de 2015

CAPITULO IV: Vagando por las calles



Capitulo IV

      A ti amiga mía, ni recordaba que existía, es como si te hubieran borrado de mi mente. No tenía memoria alguna sobre ti. Pues si sigo contando lo que hice luego de dejar la casa de mi pastora.  Me estacioné frente a las oficinas del gobierno. No sé ni recuerdo exactamente el por qué maneje hacia allá.  Un sonido, de un celular llamo mi atención. Busqué en mi cartera, pero no pude encontrarlo. Busque en mi valija y ahí estaba. Lo tome. En el otro lado, una voz femenina, me dice: ‘Emilia, Klourdes De Castilla, ven para acá, y me dio una dirección.  Y me dijo aquí te ayudaremos’. Yo sin pensarlo, me subí al coche y me dispuse a manager. No cuestioné quien estaba al otro lado del teléfono o porque me llamaba Klourdes de Castilla.  Solo escuché la voz que me ofrecía ayuda y la recibí sin considerar las consecuencias que esta supuesta ayuda me traería. Solo vi la llamada como una salida fácil a mis problemas. Una respuesta a mis oraciones y socorros que tanto he pedido y anhelado.  Como la solución a mis problemas o miedo de estar sola en el apartamento. Me dispuse a manejar. En el camino hacia ella, la misma llamada otra vez, preguntándome si ya estaba en camino. Siento que hay alguien conmigo en el coche. Miré dentro de mi coche, pero vi nada. Siento que alguien me exorciza en la espalda. Un dolor agudo corre todo mi cuerpo, no aguanto, y me dispuse a llorar. Al voltearme otra vez, pude ver ese hombre de pelo rizado en mi coche. Él me dice que no sabe quién está haciendo esas llamadas y que iba a averiguarlo. Le veo salir del coche y volar en frente de mi coche. Él viajaba en el aire. El dolor todavía me atormenta. Solo sentí, pero no veo a nadie detrás de mí. Era como si mi cuerpo se abriera por sí mismo, causándome la sensación de que alguien me cortaba la piel con una navaja. La llamada termina y se supone que yo debo de llegar a la dirección donde alguien va a estar esperando por mí. Aun no tengo la habilidad de preguntar quiénes son ellos o ellas o quien es la persona que me habla en el teléfono. Luego de más de una hora de viaje, el celular suena otra vez. Esta vez la persona en el otro lado me dice que ya es noche y ellos me buscaran en la mañana. Se me pidió que siguiera la señal y esta me llevara hasta donde ellos.

      Entonces fue cuando comprendí que era una mala jugada que alguien me ha jugado. No era de noche en Londres, era de día y yo estaba en camino. Quien podría haber jugado tal jugada en mí, en mi seguridad. De cualquier modo, viaje hacia el pueblo, pues ya estaba medio camino. Pensé que cuando llegue allá me alojaría por unos días y luego regresaría a mi apartamento de nuevo. El cambio de ambiente me haría bien. Solo necesito un descanso me dije a mi misma.  Cuando entro al pueblo-------- así se llama, el teléfono suena otra vez. La mujer otra vez me dice que siga las señales, ellos la han dejado para mí. Habría de seguir la señal marcado con una flecha, ella me llevara a mi destino. Mi mente se calmó un poco, pue pensé que nadie me estaba jugando una mala jugada.  Así que cuando llegué a la entrada del pueblo, seguí la señal que estaba en la carretera. Maneje derecho, doble a la izquierda, luego a la derecha, maneje otra vez derecho y en fin seguí la flecha hasta que esta me llevo hasta una zona residencial. Pero no había nadie ahí esperándome. Así que esperé y esperé hasta que dos horas pasaron. Pero nadie vino por mí. No entendí bien para comenzar. Me entristecí, al ver como alguien había jugado con mi seguridad de esa forma. Deje la zona residencial, y maneje hasta que llegue a una calle principal. Vi un centro médico y me estacioné en el parque. No me sentía del todo bien. Fui adentro, y de represente siento que todo mi cuerpo comienza a moverse. Estoy temblando rápidamente y muevo mi cabeza sin control. La recepcionista me dice que un centro médico privado. Al no recibir atención salí y me senté en el coche. Pensé que quizás mi cerebro había sido programado en la casa de la pastora y me dio miedo de lo vendría, o de las estupideces que pudiera yo hacer.

      Ahí sentada en mi coche entre en un shock. Escuchaba a mujeres hablando y el sonido de la sirena de la ambulancia. Escuche que alguien me hablaba y un dolor fuerte en mi pecho cuando se me decía Emilia cual es el problema contigo. ‘Dinos y así te podremos ayudarte. Pero no pude hablar o abrir mis ojos. Por más que trate de abrirlos o de hablar, no conseguía mover ni una pestaña. Sé que me llevaron hacia el hospital. De vez en cuando alguien se acercaba a donde yo estaba sentada para tomar mi presión cardiaca. Pero yo no podía todavía hablar o abrir mis ojos. Con ojos cerrados podía sentir cuando alguien me tocaba o me hablaba, pero no tenía las fuerzas suficientes para responder a sus preguntas o abrir mis ojos o boca.  Horas más tarde, desperté de mi shock. Al abrir mis ojos me encontré en sala de espera en el hospital. Al lado de otra mujer. Ella no parecía estar contenta. Tampoco lo estaba yo. No entendí el por qué no se me dio una habitación o el por qué se me dejo en el estado en que estaba, a los ojos del público.  

      Camine hacia el mostrador y hable con una de la recepcionista e informe que quería salir. Ella muy contenta accedió a mi pedido. Salí del hospital, me dispuse a tomar un taxi. Me pare afuera del hospital, cerca en donde se encontraban los taxistas. Al tratar de caminar hacia ellos, cuando de repente un rayo del cielo reboto en pecho. Parecía un rayo láser. Me paralicé del medio y me temblaron las piernas al pensé que algún tipo de poder sobre natural que quiere muerta. Me consolé a mí misma de que no estoy loca. Alguien, algún poder sobrenatural me quiere mal y por lo mismo quien sea que sea hará todo lo posible por destruirme. Pero me preguntaba que habría yo hecho para despertar el enojo de un ser divino. Tome un taxi. Tenía que ir a recoger mi coche al centro médico que visite primero. La señora en recepción me había dado la dirección en donde encontrar mi coche. Cuando me dirigía hacia allá, el taxista empezó a hablar conmigo. Yo enajena, levante mi cabeza para contestar. A mi sorpresa, vi el rostro de mi pastora en el rostro del taxista. Ambos eran negros, mismo estilo y tamaño. Él tenía el pelo rizado y largo como ella. Me hele sentada en el asiento de ¿Me harían el taxista algún daño? Yo no era de Londres ni tampoco sé cómo las cosas funcionan allí. Estaba perdida no solo en mis pensamientos, sino también en un lugar fuera de mi conocimiento. Una ciudad inmensa, de más de 8, 400,000 de habitantes. Una ciudad tan variada no tanto en razas, pero también religiones y culturas.  La religión era lo que más me preocupaba, pues son tantas. Hay cristianos o católicos, musulmanes, hindúes, judíos, Senojocitas entre otras, entre otras tantas.  Me preocupa si me encontraba con unos de esos fanáticos que dan   escaso derecho a la mujer. Así que decidí hacerme la segura de mi misma, con valentía y conocimiento en frente del taxista. Él me había preguntado si era la primera vez que venía a Londres. Parece que mi disfraz de mujer de conocimientos no fui creído y ahí estaba yo de una vez más temblando. Le respondí que vivía aquí en Londres. El me comenta que él es Senojocista, y yo me preocupé aún más. Le dije que también soy era Senojocista, que lo había sido desde mi niñez. Él me sonríe y me dice que ya estamos cerca del centro médico. Ya dejaba de sudar y mi corazón dejo de latir rápido.   Llegué al hospital, tomé mi coche y manejé en la ciudad sin rumbo fijo.
     
      Luego de vagar por la ciudad por media hora, vi un hotel. Era uno de esos Holiday Spress. Maneje hacia él y me parque en el área de parqueo. Tome mis valijas y camine hacia la entrada todo feliz de poder encontrar un lugar donde podre recostar mi cabeza sin que nadie me pida que debo marcharme antes de que llegue la hora de irme.  Entre y pedí una habitación.  No te voy molestar con los detalles de cómo lucía el hotel, pues no quiero llenarte con cosas vanas o de diario vivir. Me dieron una habitación y al entrar en ella, me senté a prepararme un café. Ya eran las 20.00 horas y afuera ya estaba oscuro y frio. No había nevado en todo el día, pero si predijo nieve para toda el área de Londres. Pensé que fui dichosa al no tener que manejar bajo la nieve, en un pueblo que nunca antes había visitado sola. Aun que, si viviera en Londres, nunca antes me había atrevido a recorrer la inmensa cuidad, sino más bien que solo conocía mis alrededores o el área local. Pues al entrar a mi habitación desempaque algunas cosas, especialmente las ropas que me pondría esa noche. Luego ducharme y cambiar mi vestuario iría al restaurante a comer algo. Tenía hambre y no había comido desde el día anterior, casi 24 horas sin comer y beber. Mi estómago ya me hacia la guerra y comenzaba a hacer ruidos.

      Luego de asearme, camine hacia la ventana. Mire hacia afuera, pues quería ver las luces en la ciudad. Pensé que quizás se vería bello con todas las luces en las calles y en las casas y edificios. Al mirar a mí alrededor note que afuera, al lado del hotel, había una estación de gas. Y conectada a esta una tienda pequeña. ¡Bingo! me dije a mi misma. Eso era lo que realmente yo necesitaba. Pero pospuse ir allá por una hora. Bajé al restaurante a comer algo. Al regresar a la habitación, ahí estaban ellos otra vez. Y me hele. Pensé que ya no los volvería a ver. Me miraban con una mirada fija y penetrante y me dije a mi misma que estoy alucinado otra vez. Le dejé parados frente a la cama y me senté en el mueble que estaba disponible. Encendí el televisor y me dispuse a mirar una película. Ellos entonces empiezan a hablarme y a darme órdenes. Yo trato de ignorarlos y me digo a mi misma que ellos no están ahí enfrente de mí, que todo es producto de mi imaginación como tantas veces mis psicólogos me han dicho. Pero nada funciona. No vale cuantas veces me lo repite a mí misma, ellos todavía están parados ahí, hablándome y yo sin querer escuchar. ¡Qué fastidio! me dije para mis adentro. Ellos empiezan hablar sobre mi novio. Me dicen que ellos le han informado a mi novio de que estoy aquí en este hotel y que el viene a visitarme. Le pregunto de qué novio me hablan pues no recuerdo tener alguno. Pero ellos son más fuertes que yo, y la duda empieza a rondar mi cabeza y termino creyéndole.

      Así que fui a la estación de gas y compré pasta dental, cepillos dentales and algo para comer durante la noche por si acaso me da hambre. Si cepillos, dos pues esperaba a mi novio, el cual vendría. Regrese de nuevo al hotel. Al entrar en mi habitación, me encuentro no solo con las mujeres y el hombre que me molestan muy a menudo, sino también que hay otros seres en ella.  Al entrar dejo caer mis bolsas plásticas al suelo. No sé bien si fue por terror o si fue porque ahora en mi habitación estaba ese hombre morado que había visto en una de mis visiones. Dejé la puerta cerrarse detrás de mí y caminé hacia el sofá. Ya no me importaba nada. Dejaría que ellos hicieran lo que quisieran conmigo. De ningún modo iba yo dejar la habitación y vagar por la ciudad sin rumbo fijo otra vez. Me trague mi propia saliva al mirarle. Crucé mis piernas y desde donde estaba sentada, me incliné un poco hacia la derecha y encendí el hervidor de agua.

      El hombre de pelo rizado intento atacarme. Vi como saco un puñal de su chaleco y se dirigió hacia me. Abrí mis ojos bien grandes y me dieron ganas de salir corriendo de la habitación. Pero para mi sorpresa, el ser morado se interpuso en su camino y se paró delante de mí. Mi corazón aún late rápido y mi respiración ni contar. Todo parecía moverse en cámara lenta. Me acurruqué con mis rodillas tocando mi barbilla. Tenía tanto miedo y no quería vagar por la ciudad otra vez. Vi como los otros hombres morados se unieron al primero y todos luchaban unos a los otros.  Por fin ellos habían llegado a mi rescate otra vez. Recuerdo que en dos ocasiones diferentes ver luces moradas, muy reluciente, entrar en mi habitación y sacar a ese hombre y mujeres de ella. ¡Qué alivio! Pensé que quizás las luces moradas les pertenecían a los ser morados que ahora veo. La batalla entre ellos continuaba, hacían mucho ruido, así que decidí bajar de nuevo al restaurante. Pensé que si alguien escucha todo el ruido salir de mi habitación iría a quejarse a recepción. No podía poner mi suerte en más peligro de vagar. Si alguien escucha el ruido y se queja, yo podría decir que no sé de qué hablan. Bajé y pasé por la recepción. Pedí un periódico y me senté muy cerca de la recepción por si acaso alguien venía a quejarse.

      La idea de que tengo a un novio, aun recorre mi cabeza. Así que me senté esperando que quizás alguien llegaría a preguntar por mí. Al mismo tiempo me preguntaba como seguía la batalla en la habitación. Llego las 21.00 horas y yo todavía estaba en el restaurante. No me importaba que los empleados me miraban de vez en cuando con los ojos bien abiertos. Sé que me pasado más de una hora sentada ahí, pretendiendo leer el periódico. De repente una luz morada pequeña apareció debajo de la mesa y me dice que regrese a la habitación. Yo le obedezco y camino hacia ella. Mi supuesto novio nunca llego. Todo era una falsa para volverme loca.   Al entrar en ella, veo luces en las esquinas. Me alegre al ver que esos que me atormentan ya no están. Deseaba que ellos nunca se aparecieran otra vez. El ser morado y los demás me miran y me sonríen. Yo me pongo tímida y me siento. Estaba sin palabras que decir, pero muy adentro de mí estaba tan feliz. Él todavía me mira por lo que yo entonces decidí hablarle. Le pregunto su nombre y el por qué me ayudan, ellos me dicen que su majestad así lo quiere. El dirigente me dice, que esas luces que veo en la esquina, ellas me protegerán. Nadie más puede verla si no yo. Yo acepté su explicación y le vi marcharse a través de la ventana. Vi sus cuerpos elevarse y desaparecer a través de ella. Esta noche dormiré pensé yo.




      Emilia hizo una pausa. Yo la observaba con los ojos bien abiertos. No quise decir nada. Pues lo que escuché fuera de lo normal y me había dejado atónita y sin palabras alguna que decir. Todo el tiempo que la escuchaba, me decía a mí misma como es que las autoridades la han dejado vivir sola. Yo misma a tal grado también creía que estaba enferma pero no encontré el valor para confrontarla. Luego de unos minutos ella me dice: ‘yo sé que lo que te cuento te parecen locuras’. A mí también en su mayoría de veces me parecen que lo son, esto es hasta que ellos llegan otra vez, y todo se vuelve tan real.

       Yo le digo que ‘no’. Y le pedí que siguiera con la historia, pues me interesa saber por lo que estaba pasando. Le consuelo y le digo que sí puedo ser de ayuda con mucho gusto le ayudare. Ella continua y me dice: ya pasaban las 24.00 horas, en realidad eran las 24.50. Yo terminé mi café. Tomé un vaso de agua y me tomé una pastilla para dormir. Nunca antes lo había hecho, pero son unas pastillas homeopáticas que me había comprado unos meses atrás. Me acosté y dormí por unas horas. Y he aquí que mientras dormía, sentí como la cama se movía de un lado a otro y hacia arriba. Veo mis ropas flotar en el aire. Miro desesperadamente a las esquinas, preguntándome donde se habían ido las luces moradas que debían protegerme. Y ahí estaban, las pobres atrapada y acorralada por otras luces color rojas. La idea de alguien en realidad me quiere mal, recorría mi cabeza. ¿Pero por qué?  Observo las luces rojas o los cuerpos rojos y veo que tiene también aspectos físicos como los humanos. Otras luces se lanzaron contra mí, y me tiraban del pelo con tantas fuerzas que pensé que me quebrarían el cuello. Esas luces o cuerpos rojos tienen aspecto de mujer. Una de ella tomó mi bolso y me dijo que es tiempo que empiece a vagar otra vez por la ciudad.


Copyright@ Kenia Alondra del Castillo 2015